Ingenua, tierna y cambiante; el viento marca mi destino. Metamorfosis de un corazón y un alma.

viernes, 14 de marzo de 2014

Sueño




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-Capítulo 3-



Sueño



—Choi MinHo.


Los murmullos llenan el lugar al no escuchar la voz cantarina de MinHo. Jong In el delegado de clase, alza la voz acallando a los demás.


—No está en el aula, profesor.


Jaejoong alza la mirada desde su escritorio,  recorre la estancia con ella y no distingue al castaño que por su altura y cabello siempre sobresalía.


— ¿De nuevo no entró a clase? — Observa su lista de asistencia, era la tercera falta en esa semana.  —Sr. Lee, ¿tiene alguna idea de su ausencia?


Onew que estaba en los últimos asientos, niega ferviente ante la pregunta del hombre.


—Ya no soy su compañero de dormitorio, lo último que supe fue su cambio al edificio Galvaria.


—Ese tipo no te habla, ni siquiera te busca— KiBum se encontraba sentado a un lado suyo, susurra de manera maliciosa.


— ¡Cállate! — El pelipaja intenta levantarse de su asiento pero el profesor los hace callar con un movimiento de mano. 

Jaejoong guarda silencio pensativo, no sabía qué hacer con el muchacho que también había dejado de asistir a sus reuniones vespertinas. Suspira decepcionado, en cierta forma se sentía culpable por dejar que Yunho hiciera tal atrocidad al llamar a Siwon. Pero tampoco debía dejar que Minho destruyera su futuro, esa tarde lo buscaría para hablar con él.


—Bien chicos abran su libro en la página 394…


Alejado del tumulto, MinHo se encontraba recostado en el césped con los brazos detrás de su nuca, comía con tranquilidad un dulce de menta, tenía los ojos cerrados y apreciaba el sonido de las aves a lo lejos, no había mucho ruido en el lugar ayudándolo a relajarse.  Sabía que no debía saltarse más clases, pero no quería ver a nadie, deseaba estar solo. Lo necesitaba.


El joven se encuentra perdido en su entorno, intentando mantener su mente en blanco pero el recuerdo constante del pasado le hace fruncir el entrecejo, y  sin querer, evoca todo de nuevo. Imágenes vienen y van en su cabeza en pequeños flashes, algunos son tan nítidos que puede sentir dolor en su cuerpo.


— “¿Sabes que tú padre está con el señor, cierto? Y que tu madre sigue con nosotros pero no se encuentra bien, fue lejos para recibir tratamiento y no podrá regresar a casa por un tiempo.”


Se mueve inquieto intentando alejar esos pensamientos, sin embargo, puede escuchar claramente el sonido del arma que su madre disparó,  así como el rostro de su padre con la mirada vidriosa y vacía, la calidez de la sangre resbalar sobre su rostro, embriagándose por el característico aroma a tabaco y alcohol. Esta última reminiscencia le hace abrir los ojos inmediatamente; ahora observa la claridad del cielo y el cuerpo amorfo de las nubes. Con el movimiento brusco que hizo, el dulce se hunde más de lo debido en su garganta provocándole arcadas, de manera torpe escupe el caramelo y respira profundamente, intentando llevar un poco de aire a sus pulmones.


—Me pregunto…— Ya más estable limpia sus labios con el dorso de la mano. — ¿Fue a papá a quién quisiste matar ese día? ¿O fue a mí?— Al sacar de su blazer otro caramelo nota la cajetilla de cigarros mentolados que le había quitado a Jaejoong aquella noche en el bar.


En realidad, nunca había probado un cigarrillo, ni de chocolate. Aun así abre la caja y toma uno, lo observa con curiosidad, era un pitillo largo y delgado de boquilla color rosa con menta.


—Que femenino…— Lo coloca sobre sus labios y lo enciende con una cerilla, intenta calar profundo pero el humo molesta su garganta haciéndolo toser, una mueca de asco inunda su rostro. — ¿Cómo puede gustarle esto? — Susurra, sin embargo da una segunda calada, esta vez solo hace una mueca disconforme y de forma elegante deja salir el humo.


—Apaga eso.


El castaño alza la mirada sorprendido, no pensó que alguien lo encontraría en aquél lugar tan alejado.  Observa el rostro molesto de Changmin que ve con desprecio el objeto entre sus dedos. De forma lenta hace caso a lo pedido aventando lejos el resto del cigarrillo. El mayor refunfuña al verlo caer en el césped.


—Podrías provocar un incendio.


— ¿Vas a acusarme? — Se levanta para quedar al nivel del mayor.


—Ese no es el problema. ¿Dónde están los demás?


MinHo sonríe ante la pregunta, acto seguido alza los brazos para permitirle a Changmin esculcar su uniforme.  El morocho lo observa reticente, pero se reclina para palpar los costados del saco encontrando la pequeña caja de color dorado, está demasiado cerca de MinHo tanto que puede percibir el aroma a frutos rojos que desprende, aturdiéndolo. En ese momento el menor aprovecha para voltear y tomar su rostro con ternura, para depositar un beso sobre sus labios.  Changmin al sorprenderse abre la boca permitiendo el paso a la cálida lengua del castaño, puede sentir su corazón palpitar desbordado y su rostro caliente. De forma abrupta toma los brazos de Minho y lo aleja de sí.


— ¡¿Qué demonios…?!


—Es menta, hyung.


— ¡Deberías ser castigado en este mismo instante! — Changmin está completamente sonrojado, se nota alterado y le tiemblan las manos. — ¡No puedo creer que cayera en la misma trampa!— Se va de allí dando grandes zancadas, molesto, no voltea ni una sola vez.


El menor ríe al ver la reacción del mayor, era casi la misma que tuvo la semana pasada, cuando lo besó en la habitación.


—Su cara se puso completamente roja, que lindo…— MinHo observa como el morocho se aleja a trompicones del lugar, a pesar de la distancia puede escuchar las maldiciones hacia su persona, esto solo hace que ría más. Al perderlo de vista, con la yema de sus dedos acaricia sus labios superficialmente, aún puede sentir un suave cosquilleo en ellos.


Con ChangMin todo era diferente, había algo que llamaba su atención de aquél hombre, tal vez era su apariencia tan pulcra y ordenada o la profundidad que sus orbes adoptaban cada que se miraban frente a frente. Cierra los ojos intentando centrarse en las sensaciones que despierta el mayor en él, que, siendo extrañas le resultaban vagamente familiares  y lo hacían sentirse mucho mejor. Suspira tranquilo y rodea su cuerpo con ambos brazos, el ambiente se tornaba más frío ya que el otoño iniciaba y él solo había salido con el saco ligero del uniforme.


—Es mejor que regrese al edificio.


Camina relajado por los grandes jardines del colegio, las clases ya habían terminado y la multitud de jóvenes comenzaban a salir de las aulas. Gritando, empujando e incluso golpeando, los chicos alborotaban alegres. A MinHo le parece patético y aburrido, no podía creer que los niños mimados de esa escuela se comportaran como neandertales sin educación alguna. No le complacía en nada tener trato alguno con ellos, notaba el hastío y molestia que causaba en sus compañeros. Siempre supo que él era diferente, con gustos exquisitos y tal vez un poco excéntricos, le apasionaba el canto y la adrenalina que recorría su cuerpo cada vez que lo hacía enfrente de desconocidos disfrazado de una inocente niña. ¿Era demasiado extraño, que siendo un chico, deseara sentir el suave rasgueo de la seda de los vestidos de su madre?


Detestaba el cabello corto, las rodillas laceradas y la ropa sucia por el lodo o cualquier otro tipo de suciedad, prefería poder contonear sus caderas al son de una canción, saberse observado y admirado, incluso envidiado. Sabe que es atractivo y que puede exponenciar sus talentos para lograr su sueño. El escenario radiante, la calidez de las luces y el sonido aturdidor de los aplausos, todo eso debía ser suyo.


Pero eso estaba lejos de ello por el momento, todos sus proyectos estaban a punto de colapsar por el yugo de su padrastro, sabe que es un hombre bueno y que solo busca un futuro mejor para él, sin embargo, toda aquella situación lo atormentaba, lo ahogaba. Quiere gritar y desgarrar su interior hasta dejar un mísero rastro de su existencia. Su alma y cuerpo se consumían cada vez más en el interior de ese colegio, tan conservador y cuadrado. Necesitaba vivir, disfrutar de su existencia y olvidar.


Así tal vez, solo tal vez pueda encontrar a alguien en este mundo que acepte su persona, tal y como es, sin presionar y depositar expectativas en él que no cree posible cumplir, porque no nació para ser un aburrido abogado o un clérigo mojigato; llegó a este mundo para  brillar, resplandecer tanto como una piedra preciosa.


—Como un diamante.


El pronunciar esta última frase, hace que se detenga de improviso, todo a su alrededor desaparece, dejándolo en la obscuridad casi completa, era una epifanía, podía ver como un rayo de luz lo iluminaba.


Un diamante


¡Eso era! Su ser era tan especial, que no podía compararse con un mortal cualquiera, y podía pecar de vanidoso o arrogante, pero esa simple palabra abrió una nueva perspectiva, un nuevo camino. No dejaría que controlasen su vida, era libre y las decisiones las tomaría ÉL, nadie más.


Con renovado brío, corre entre las obscuras callejuelas de la facultad, debía encontrar al profesor Kim enseguida, era la única persona en la que podía confiar.


~***~


ChangMin leía concentrado un libro de latín, pronto sería su examen final para dar comienzo su carrera en el sacerdocio. Su vida no había sido muy fácil, huérfano de padre y madre la única persona que se había preocupado por él fue su tío Siwon, quien se encargó de criarlo y educarlo, a su manera.


El mayor le guardaba cierto rencor gracias a su madre, quien se casó con su hermano mayor llevándolo lejos de casa y rompiendo así  con la larga tradición familiar en la que el primogénito debía servir como sacerdote.


Por eso su vida estaba ya planeada, el cargaría con las cadenas de sus padres, solo así limpiarían sus pecados y sus almas podrían salir del purgatorio.


Cansado, retira los lentes de su nariz y acaricia el puente intentando relajarse, desde hace un par de semanas no dormía bien y el estrés de la escuela con los constantes desvelos hacían mella en su salud física y mental, no se creía capaz de responder bien el examen oral, tampoco es que le hiciera mucha ilusión terminar la teoría para meterse de lleno como clérigo, pero, las cosas debían ser así; no tenía voz ni voto en esa familia por ser un hijo bastardo. MinHo tenía mucho más derechos que él, aun siendo adoptado.


—MinHo…


Sí, otro de sus problemas tenía nombre y apellido, y era gracias a ese niñato que sus horas de sueño se habían reducido bastante. Y es que, ¿a quién se le habría ocurrido que un simple beso despertaría en su cuerpo tantas sensaciones?


Eran constantes las noches donde sus fantasías eran asaltadas por una cabellera castaña y un cuerpo menudo, lo extraño no era eso, sino el hecho que siempre se encontraba desnudo encima de él repitiendo quedamente, entre gemidos, su nombre.


ChangMin-ah


Cierra los ojos al recordar el suave quejido, pronunciado por un par de rojizos labios, conmemora también los ojos brillantes y las mejillas arreboladas; los mechones de cabello húmedo pegados a la frente, y el febril roce de las pieles cubiertas por sudor.


—No.


Se levanta rápidamente y alborota su cabello intentando alejar ese tipo de pensamientos, MinHo era parte de su familia ahora y como tal debía ser un buen guía y protegerlo, no cometería los mismos errores que su madre. No podía pervertir aquél cuerpo inmaculado.


—“Pero él te besó primero, tienes todo el derecho de jugar con él”— Dice una vocecilla en su cabeza.


— ¡Claro que no! — Camina alterado alrededor de la habitación, lleva ambas manos a su cabeza intentando acallarla.


 “No niegues tus deseos y pasiones, yo conozco cada uno de ellos” — La voz vuelve a hablar de forma petulante. —“Después de todo soy tú


ChangMin queda impávido en medio del cuarto, resbala de a poco su cuerpo haciendo un ruido sordo sobre la alfombra,  de forma mecánica acerca sus piernas hasta la altura de su pecho, quedando en estado fetal en el suelo. Aquello no podía estarle pasando, no era natural. ¡Ambos eran hombres!


—“Lo deseas


—No.


—“No mientas


Se abraza más así mismo, su cuerpo tiembla y le duele la cabeza, poco a poco el sueño lo invade perdiéndose poco a poco en la inconciencia, aun así puede escuchar el eco de aquella voz a la lejanía.


Tenía razón, él había caído ante los encantos de MinHo, el pequeño niño castaño.


~***~


Ese día había sido especialmente cansado, no podía creer la ineptitud de sus alumnos con respecto a la Literatura, si era tan entretenida y apasionante, ¿cómo es que le entregaban esos reportes tan burdos? Las clases las intentaba hacer lo más sencillas y dinámicas posibles. ¿Aun así no eran capaces de entregar un trabajo decente? 


El único alumno que parecía esforzarse en su materia era MinHo, es por eso que le tenía un cariño especial, además de compartir el gusto por el canto. En verdad extrañaba al castaño y su compañía, con él no se sentía solo.


A pesar de tener una pareja estable como lo era YunHo, no podía evitar sentirse fuera del contexto del hombre, con gustos e ideales diametralmente diferentes, a él le llamaban más las artes y el romanticismo, mientras que a YunHo le apasionaba la política y el tecnicismo, un abogado de cabeza a los pies, totalmente cuadrado.


Ya no recuerda cuando fue la última vez que salieron a divertirse sin que Jung tuviera que correr por una llamada urgente de su trabajo, conoce el estatus de su pareja dentro de la empresa, pero le dolía tanta indiferencia hacia su persona.
  

—Eres patético Kim Jaejoong.


Da un par de palmaditas en sus mejillas intentando despabilarse, no quería deprimirse, a últimas fechas lo hacía muy seguido y no podía permitirse bajar su rendimiento en el trabajo. Guarda los aarchivos sin revisar en su portafolio y se prepara para salir, sin embargo, un par de toques en la puerta detienen su andar. Curioso, la abre encontrándose con MinHo, quien se encuentra parado observando el piso con detenimiento.


—Buenas noches profesor — El castaño juega con sus pies, ladeándolos de un lado y otro, no posee el valor suficiente para ver al mayor a la cara, no después de las rabietas que ha tenido con él.


—Sr. Choi, es un milagro verlo por aquí.


El menor alza el rostro consternado ante la formalidad y seriedad del otro, jamás lo había llamado por su apellido. Toda la determinación con la que había llegado momentos atrás, se esfuma con esa simple frase.


Jaejoong sonríe ante la cara pálida de MinHo, niega un par de veces antes de revolverle el cabello con cariño.


—Pasa de una vez, antes de que me arrepienta.


Lo que no esperaba es el abrazo impulsivo de Choi, quien esconde el rostro en su pecho. De forma torpe acaricia su espalda intentando tranquilizarlo. De cierta manera comprendía al muchacho, YunHo le había contado su turbio pasado, nadie en el mundo merecía una infancia así y si él podía apoyarlo en algo, lo haría.


—Pasa, te serviré un poco de chocolate caliente.


MinHo se aleja cohibido, hace mucho que no daba un abrazo de esa forma y había olvidado lo bien que se sentía, era estar con alguien a quien le importas,  en “familia”.


Asiente antes de adentrarse en el despacho del profesor quien cierra la puerta detrás de él.


— ¿Quién diría que el recogido y el Profesor Kim tenían una relación de ese tipo?— Un joven rubio sonreía triunfante desde la esquina del pasillo, había presenciado aquella romántica  escena, no escuchó palabra alguna, solo observó las acciones malinterpretando todo. —Debo utilizar muy bien esta información— Su felina mirada de entrecierra de alegría al saberse dueño de tal poder.


— ¿Qué haces KiBum?— El mencionado da un pequeño salto, sorprendido, por la repentina aparición de Jonghyun detrás de él. 


— ¡Dios, me asustaste!— Da un par de golpes en el brazo derecho del más bajo como venganza. —Quería ver al Profesor Kim para ver si me daba prórroga para el trabajo de mañana, pero ya no está en su oficina.


—Ya veo— Jjong no parecía muy convencido, sabía cuándo el rubio mentía. Lo dejaría pasar por esa vez, solo esperaba que no fuera nada serio, pero algo le decía que debía estar alerta. —Si es así, es mejor que vayamos a los dormitorios, el toque de queda es dentro de poco y no quiero que nos manden a detención.


—Sí, vamos, vamos— KiBum toma por los hombros al morocho y lo empuja lejos de aquél lugar— No le diría a nadie lo que acababa de ver, esa información era oro puro, no se arriesgaría a que alguien más fuera con el chisme a los directivos. Da un último vistazo a la última puerta del pasillo antes de dar vuelta en la esquina y perderse en la obscuridad de la noche junto con Jonghyun, su mejor amigo.


Dentro de la habitación, ajenos a lo que acababa de suceder, Jaejoong y MinHo se encuentran en un incómodo silencio. Después del arrebato, el menor ya no sabía cómo hablar con su profesor, se había mostrado vulnerable, cosa que no debía permitirse volver hacer.


—Yo….Lamento mi comportamiento de esta semana, usted me ha apoyado desde mi llegada al instituto y es injusto que lo trate de esta forma.


Jaejoong sonríe de lado y coloca una de sus manos sobre una de las piernas del castaño.


—Lo importante no es eso, debes ponerte al corriente conmigo y los demás profesores, aunque no creo sean tan indulgentes como yo. Es mucho trabajo pero te ayudaré en lo que pueda.


—Gracias profesor, me esforzaré— Una enorme sonrisa alumbra su rostro.


Eso es lo que Kim quería, verlo sonreír como un niño debería hacerlo, de forma natural sin problemas ni complejos. Tal vez podría llevarlo de nuevo con Chunnie si sus calificaciones subían.


— ¿Recuerdas a mi amigo YooChun?


— ¿El dueño del bar? — El pelirrojo asiente. —Sí, lo recuerdo. ¿Por qué?


—Ha intentado por todos los medios contactarte, la noche en la que te presentaste en el Synd sus ventas aumentaron de forma considerable y varias personas han preguntado por la chica tierna de labios sensuales— Cruza las piernas de forma elegante antes de continuar. —Fuiste todo un suceso. ¿Te interesaría volver?


MinHo estaba boquiabierto, ¿en verdad le estaba pidiendo aquello? Es como si dios u otra divinidad o simplemente el karma confabulara para que su sueño fuera cumplido. Su corazón estaba desbordado por la emoción, creando un nudo en su garganta que le impedía hablar.


— ¿Es enserio?


— Solo si mejoras tus calificaciones.

— ¡Oh dios! Sí, sí quiero. ¡Me encantaría hacerlo!— De pronto su emoción se ve mermada por la realidad en la que vive. Había un pequeño (GRAN) problema: Siwon. —Dudo mucho que a Padre le agrade la idea de que regrese a ese lugar.


—Yo me encargo de eso, solo esfuérzate por mejorar tus notas para tenerlo contento, no dejaré que se inmiscuyan esta vez.


—Pero si su pareja se entera, ambos estaremos en problemas.


El mayor se tensa al recordar a YunHo, sabría lidiar con ello. Ese muchachito le recordaba demasiado a sí mismo, no dejaría que le cortaran las alas como lo hicieron con él. Así tenga que poner en riesgo su relación, aunque esta ya estuviera demasiado fracturada para remediarlo.


—Él no se entrometerá, está demasiado ocupado en su trabajo como para hacernos caso, así que aprovecharemos para divertirnos. ¿Vale?


El castaño asiente contento, le habría gustado conocer antes a Jaejoong, tal vez su vida sería diferente si él lo hubiera adoptado y no el Sr. Choi. Tal vez sería querido y aceptado como es y no obligado a seguir un camino que no quiere.


Pero si Siwon no lo hubiera adoptado, no conocería al recatado e intachable, soy el hombre y alumno perfecto: Shim ChangMin.


Y esta historia no existiría.

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