Ingenua, tierna y cambiante; el viento marca mi destino. Metamorfosis de un corazón y un alma.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Pecado




Los caballeros nos prefieren castaños

-Capítulo 4-

Pecado



He escuchado que hay un travesti actuando en el Synd.


— ¿Te refieres a la castaña de bonita figura?


— En realidad es un chico.


— ¡Dios, qué asco!


— Eso es desagradable.


 MinHo caminaba distraído por la calles del centro; había escuchado la conversación de un grupo de estudiantes pertenecientes a otra escuela cercana, haciéndolo reír al pasar junto a ellos.


Si supieran que era él del que hablaban...


— Son unos idiotas.


No haría caso de conversaciones banales, tenía cosas más importantes que enfrentar.


Cuando su padre dijo que lo mantendría vigilado, pensó que sería sencillo desobedecerlo y escaparse con el profesor Kim; siendo así los primeros fines de semana, pero cada vez se le dificultaba más salir de la institución.


Si ChangMin no lo tenía en la mira, era el rubio presumido que iba a su clase. No sabía cuál era el problema de ese chico, jamás lo había insultado para que se inmiscuyera tanto en su vida; parecía disfrutar de su aislamiento y la frustración que este provocaba.

 
— Menos mal que pude deshacerme de ellos y salir a comprar los regalos de navidad— Mira con emoción las bolsas que lleva entre manos. — Ya tengo el regalo de todos, solo falta ChangMin.


No tenía ni idea de que regalarle al morocho, a pesar de asfixiarlo la mayoría de las veces, notaba que la preocupación era sincera, haciendo extraña la relación que mantenían, no sabía cómo comportarse con él. Aunque, casi a diario lo incordiaba para ver un sonrojo en su rostro, no importaban los improperios que le dirigía, estaba convencido que el morocho no decía en serio aquellas palabras.


Alza la mirada observando con curiosidad los coloridos escaparates de las tiendas. ¿Por qué era tan difícil escoger un regalo? No había nada que lo cautivara. A su ver, nada coincidía con el porte altivo y serio del mayor.


— ¿Buscas algo princesita?


La voz inconfundible de Kyuhyun y el mote que le ha puesto, llaman su atención, volteando para propinar un golpe en el hombro del  más alto.


— ¡Te he dicho cientos de veces que no me digas así!


El pelinegro alza sus manos bloqueando los golpes que el castaño intenta darle, a pesar de su apariencia delicada, estos dolían bastante.


— ¡Hey! Uno lo dice con cariño y solo recibe maltratos.— Hace un ademán gracioso, como si quitara el rastro de una lágrima de su rostro. En seguida, en un movimiento rápido, abraza al menor impidiendo así más golpes a su persona.


— ¡Déjame, pervertido!


MinHo lucha por soltarse del agarre con una bonita sonrisa en su rostro, era una costumbre que Kyuhyun y él terminen en situaciones parecidas cada vez que se veían.


—Ya en serio, ¿qué haces aquí? Es casi un milagro que camines sin tu perro guardián.


El castaño se separa, sacude de su abrigo una mota de polvo inexistente. De pronto se ha puesto serio.


— Sería gato, en realidad. Y si lo dices por ChangMin, logré que no me siguiera este fin de semana.— Una sonrisa traviesa aparece antes de continuar. — Tengo mis métodos de persuasión.


— Me lo imagino, ¿y qué buscas? Tal vez pueda ayudarte — Intenta ver en el interior de las bolsas de MinHo, quien da un golpe en su mano alejándolas de él.


— ¡No veas! Es de mala educación. Pero si tanto te interesa, busco un regalo para una persona aburrida.


— Un regalo para el Sr. Perfección, ¿uh? ¿Ya fuiste a la librería?


MinHo hace una mueca, fue el primer lugar en el que buscó. El morocho prácticamente vivía encerrado en la biblioteca, pero no quería darle un libro; era demasiado impersonal. Prefería alguna prenda de vestir o algo más manual.


— Si quieres algo más simbólico, hay un lugar al que puedes ir, la tienda es pequeña pero la ropa es de calidad. Debes caminar por esta acera hasta la última calle. Se llama Massimo.— Coloca una tarjeta con el nombre de la tienda sobre su mano. —Di que vas de mi parte, te harán un descuento.


Alborota el cabello del castaño antes de sacar una cajetilla de su chamarra negra, prende uno de los cigarrillos mientras extiende otro al menor.


— Hoy no, gracias. Me harán revisión al llegar.


—Como quieras preciosa. Será mejor que vayas, pronto atardecerá y no querrás que te encierren en una torre.


MinHo hace un gesto disconforme, ese hombre jamás dejará de llamarlo así. Al perderlo de vista, comienza su andar entre el gentío; las grandes plazas se encontraban repletas de personas, que como él, dejaron las compras a último momento.


— Kyu dijo que la tienda estaba en esta calle.


Al dar la vuelta en la esquina se encontró con una cerrada, sin embargo, una tienda de apariencia modesta escondida entre las grandes fachadas iluminadas, llama su atención.


Tiene un sencillo cartel hecho de madera obscura, Massimo se lee en relieve.


Al adentrarse en ella, escucha la típica campanilla avisando que un nuevo cliente ha llegado; el lugar no era grande pero poseía un sin número de repisas y pequeños muebles donde colgaban ropa, como suéteres, chamarras o sacos.


—Se parece demasiado a las tiendas de Lyon— Mira a su alrededor con nostalgia. Cuando era pequeño, su madre acostumbraba llevarlo a ese tipo de lugares, ya que gustaba de comprarle ropa a su padre cada fin de año.


Camina en medio de los estrechos pasajes buscando entre las perchas, la ropa se notaba fina. ¿Acaso Kyuhyun se había burlado de él? Su padre no escatimaba en darle dinero, pero no le gustaba aprovecharse de ello y apenas llevaba lo poco que tenía ahorrado. 


— ¿Deseas algo querido? — Una señora, ya entrada en años, pregunta amable detrás de él.


—¿Oh? Buenas tardes señora— Sonríe tierno. —Un amigo me recomendó esta tienda, pero creo que me jugó una broma.


—¿Un amigo?— La dama lo ve confundida, no obstante, parece comprender poco después ya que sonríe abiertamente. —¿De casualidad te dio una tarjeta?


MinHo sorprendido asiente de manera autómata mientras saca de su abrigo la pequeña tarjeta de color negro con dorado, tendiéndosela a la mujer. Ella la observa un par de segundos antes de hablar.


—Puedes tomar lo que quieras cariño, hoy tenemos promociones y te haré un gran descuento.


—¿En serio?


—Sí, espero encuentres algo lindo.— Pellizca una de sus mejillas antes de retirarse del local.


El castaño la observa irse un tanto intrigado. ¿En serio tenía tan buena suerte? Después le preguntaría al pelinegro sobre ello.


Recorre de nueva cuenta los pasillos, midiéndose los abrigos o cualquier otra  ropa que le gustara. Después de mucha búsqueda dio con la prenda perfecta, era sobria y elegante: tal y como era ChangMin.


Una vez pagada la prenda y fuera de la tienda, da un par de brinquitos emocionado, esperaba que el morocho aceptara su regalo y no le hiciera algún desplante. Últimamente intentaba evitar su presencia, algo que obviamente no lograba, dormían juntos después de todo.


El repicar de las campanas de una iglesia cercana lo sorprende, ve su reloj de muñeca asustándose por la hora.


— ¡Demonios, ya se me hizo tarde!


Corre por la acera zigzagueando a las personas que caminan en ella.
No se había dado cuenta de la hora, no podía permitirse llegar de nuevo tarde al bar, por mucho que lo quisieran seguía siendo un trabajo y en el momento que dejara de ser rentable, prescindirían de él.


Y no dejaría que nadie se entrometiera en su camino para lograr su sueño.


~***~


—¿Qué haces?


KiBum se sorprende al sentir un par de brazos rodear sus hombros.


—¡Dios! Vas a matarme un día.


Sonríe al reconocer el aroma a cítricos del moreno, ya no parecía estar molesto con él y eso lo tranquilizaba bastante. Odiaba cuando peleaban, más aún si era una discusión estúpida como la de aquella mañana.


—Lo siento.— Jonghyun restriega su mejilla en la del rubio como si de un cachorro se tratase, haciéndolo reír. —No debí meterme en tus asuntos, sé que eres lo suficientemente precavido y maduro. Solo no te metas en problemas, ¿vale?


El rubio asiente débilmente, su pelea se dio por el muchacho que desprendía un aura adorable. Su obsesión por MinHo lo estaba llevando a la locura, pero no puede evitarlo. Detestaba su simple presencia y esto era porque él se atrevía a hacer lo que quería. Mientras que el rubio se consumía en su miseria y dolor, no se consideraba tan valiente para romper sus cadenas.


—No te preocupes, no haré nada descabellado, recuerda que debo preservar el nombre de mi familia.


Jonghyun ciñe más el agarre, sabe lo que significan esas palabras.


La familia de KiBum no soportaba su presencia, solo era una herramienta más para enaltecer el apellido, no fue concebido con amor y toda su niñez, fue olvidado en algún rincón de su casa; su abuela materna fue quien al ver esto, tomó las riendas de su vida y lo crió bajo su tutela. Siendo su persona más preciada y amada en el mundo, pero, cuando cumplió 12 años ella falleció, dejándolo más solo que nunca, y sus padres al no querer hacerse cargo de él, lo mandaron a esa escuela.


Sabía que esa era la razón por la que Key no soportaba a MinHo, podría no ser hijo legítimo del Director Choi, pero se notaba que este lo quería y se preocupaba por él, a su modo. Mientras que KiBum aun siendo hijo legítimo era repudiado por su familia, la vida no era justa y entendía el dolor del menor, sin embargo creía firmemente que el menos culpable de ello, era aquél chico castaño.


—¿Quieres ir a la ciudad? Te llevaré a la tienda que tanto te gusta.  


Los ojos de Key brillan ante la expectativa de ropa nueva. Sabía que era un idiota, pero podía permitírselo siempre y cuando Jonghyun estuviera a su lado.


—¿También podemos ir por un helado?


—Todo lo que quieras, cariño.


Lo malcriaba, lo entendía perfectamente, pero si podía lograr que esbozara esa sonrisa cada que lo consentía, siempre lo haría.


No tenía que ver el que estuviera completamente enamorado de su mejor amigo.



~***~



De nueva cuenta se encontraba solo en su habitación, a pesar de que era fin de semana libre y podía ir al centro del pueblo a distraerse.
Hace un mohín molesto, debía volverse un poco más sociable, prácticamente no tenía amigos y lo más cercano a eso, era MinHo.


Desde que su tío Siwon le había encomendado custodiarlo, lo mantenía vigilado la mayor parte del tiempo, cuando no podía cuidarlo él, lo hacía KiBum, no sabía qué interés tenía ese jovencito en MinHo pero le ayudaba bastante.


Retira sus lentes para masajear el puente de su nariz, últimamente el niño desaparecía todos los fines de semana y regresaba ya entrada la noche.
Sabía que desaparecía con el profesor Kim, él mismo le había suplicado que no se lo dijera al director. Y él como buen alumno aceptó, después de todo, ¿qué tenía de malo que Jaejoong-sshi cuidara del menor? Por lo que sabía eran clases extracurriculares para ponerse al corriente con las materias.


Además, eso le permitía estar lo suficientemente lejos de la presencia del castaño, no es que lo odiara, pero su comportamiento lo confundía y lograba que su cuerpo reaccionara sin tener control de él o sus pensamientos.


Y eso no era bueno.


Esa mañana por ejemplo, había despertado con el cuerpo semidesnudo del menor a lado quien vestía un bóxer y una playera sin mangas, abrazado a su cintura de lo más cómodo.


¿Y qué fue lo más sensato que pudo hacer en esa situación?


Exacto, correr a encerrarse al baño. Obviamente cuando salió no había rastro alguno de MinHo, en la cama, nada más resaltaba una pequeña nota hecha a la carrera.


“Te ves lindo cuando duermes, debería ser así todo el tiempo.
No seas tan gruñón y no intentes matarme cuando regrese
-MinHo <3”


Bufa al recordar el incidente, no soportaba y necesitaba la presencia del menor a parte iguales. ¿Por qué era tan difícil estar con él? ¿Por qué desestabilizó su vida de tal forma?


Suspira de nueva cuenta, debía tranquilizarse, nada ganaba con sobresaltarse. Dirige su mirada sin querer al reloj de pared, este marcaba casi media noche.


—Parece que hoy llegará más tarde de lo normal, como sigan así, Siwon-hyung los descubrirá y yo también tendré problemas.— No entendía porque sus clases tardaban tanto, por lo general llegaban cerca de las 11, y eso ya era muy tarde para un jovencito de la edad de MinHo.


Un ruido fuera de la ventana llama su atención; al asomarse ve como JaeJoong-sshi saca a un tambaleante MinHo del auto, quien está colgado a su cuello sonriendo muy ampliamente. Esta escena provoca que su pecho se oprima. ¿Qué tipo de relación llevaban? ¿Eran algo más que profesor-alumno?


—Debe existir alguna explicación para esto.


Se aleja de la ventana, no quería que notaran su presencia, era mejor esperar a que el mayor  le aclarara la situación.  Aun así, no puede evitar caminar en círculos dentro de la habitación, una parte de él quería ir a reclamarle a su profesor acerca del estado del castaño y otra, la más prudente, le decía que esperara, todo podía ser un malentendido y si hacía un escándalo los metería en problemas a todos.


Un par de toques en la puerta lo alertan, apresura a abrir encontrándose con un castaño demasiado alegre, no había rastro del profesor Kim.


—¡Hola ChangMin!— MinHo se adentra a la recámara con pasos vacilantes, un aroma dulce lo rodea, parecido al malvavisco. Está mareado, no debió tomar del coctel de Junsu, pero al ver el color, una mezcla de azul y rosa bastante bonito, no pudo evitar beberlo. —¡Wow! ¿Por qué la cama da vueltas?


—¿Acaso bebiste?


— ¿También me regañarás? JaeJoong-ah ya lo hizo. No fue a propósito, el vaso se veía tan bonito, parecía una galaxia rosada…


ChangMin no entiende lo que dice el menor, de hecho nunca lo hacía. Se acerca a la cama para quitarle lo zapatos y ponerlo más cómodo.


—Pero es peligroso que llegues en ese estado. ¿Sabes en los líos que nos meterías a los tres? No puedo creer, que el Profesor Kim te haya dejado así como así en la entrada del edificio.


MinHo parece molestarse con el comentario.


—Yo le dije que me dejara allí, sabía cómo te pondrías al verme llegar así.


—¿Y cómo quieres que te reciba? ¿Aplaudiéndote? ¡Es más de medianoche! ¡Deberías dar las gracias por estar en esta escuela y respetar las reglas!


—¡Nadie respeta el toque de queda!— MinHo se ha molestado, el profesor Kim no tenía culpa de nada, era la única persona en ese lugar que se preocupaba por él sin segundas intenciones,  no permitiría que lo ofendieran. —¡Tampoco tus malditas reglas!— Jala las cobijas de la cama para ocultarse y no ver al morocho. Su cuerpo tiembla, grandes lagrimones se acumulan en sus ojos antes de hablar con voz entrecortada. —Al menos intento hacer lo que quiero y cumplir mis objetivos. ¡No reprimo mis sentimientos cómo tú!


El mayor queda pasmado con el último grito. Era cierto, él reprimía sus deseos, siempre había sido así, porque eso es lo que le enseñaron que era correcto y estaba bien. De forma lenta, se levanta de la cama, dirigiéndose a la entrada de la habitación.


Pero no sale, apaga la luz y regresa al lecho del castaño, quien ha bajado un poco la cobija; puede apreciarse confusión en su rojiza mirada.


—¿ChangMin?


No recibe respuesta.


El mayor acorrala su cuerpo poniéndose a horcadas sobre él, su mirada es más oscura de lo normal, sus irises están dilatadas y su respiración ligeramente agitada.


—No digas nada.— Le suplica.


Acerca su rostro al de MinHo, sus alientos se entremezclan al igual que el calor de sus cuerpos. El castaño rodea con sus brazos el cuello de ChangMin acercándolo aún más. Con sus piernas tira la cobija al suelo;  la delgada tela del uniforme y el pijama de ChangMin es lo único que los separa. Observa con fascinación los rasgos fuertes del mayor, quedando prendado por los labios de forma graciosa.


—Oye…Dilo. Se honesto.


—…gustas…


—¿Qué?


—Me gustas.


Y el espacio existente entre sus rostros desaparece, comenzando un beso lento pero apasionado.  Recorriendo la piel sensible del menor con ambas manos, escucha los suaves gemidos salir de esos labios de terciopelo. Esto era mucho mejor que las fantasías que lo aquejaban cada noche; era real, palpable y totalmente embriagante.


 —Cha…ChangMin.  


Su cuerpo quemaba, el fuego carcomía sus entrañas, nunca pensó que detrás de la seria máscara del mayor existiera ese ardor que desbordaba tanta sensualidad. Su cabeza daba vueltas y no precisamente por el alcohol en su sangre, el cual se había evaporado hace mucho tiempo. 


Porcelana y  caoba hacían un magnífico contraste, la flexibilidad del cuerpo menudo  permitía que las pieles rosasen hasta el lugar más inhóspito. De alguna forma, ChangMin había logrado poner a MinHo sobre sus piernas haciendo que las erecciones chocaran entre sí, mandando espasmos cosquilleantes desde ese lugar.


El beso antes lento, ahora era demandante y brutal,  los labios del morocho se notaban amoratados por la fuerza de las mordidas del menor, pero en lugar de doler, esto lo embravecía más.
El castaño no se encontraba en una mejor situación, en su caso un hilillo de sangre resbalaba por la comisura,  en algún instante  su labio inferior fue abierto, escociendo en ese momento, pero al igual que el mayor, no le dio importancia.


— No pensé que fueras tan…lascivo.


—¿En serio?


—Pero eso me gusta.


MinHo sonríe antes de recostar a ChangMin sobre la cama; Arrodillándose abre las piernas del contrario colocándose entre ellas para admirar aquél bulto palpitante. Inconscientemente lame sus labios como si saboreara un manjar antes de comerlo. Se acerca más delineando con la lengua el contorno, ríe quedo al notar los movimientos involuntarios de aquella zona.


—¿Alguien está impaciente?


—No sé de qué hablas.


El menor ladea una sonrisa antes de engullir la punta caliente, puede sentir como esta late dentro de su boca. Hunde un poco más el falo en su cavidad, llegando a la garganta ocasionándole un poco de arcadas.


—Despacio o te ahogaras.


ChangMin lo retira, cargándolo de nueva cuenta sobre sus piernas. Inicia un beso lento, sensual y amoroso, quiere disfrutar del tiempo en el que ha mandado su conciencia a un lugar recóndito de su cabeza. Acaricia los omóplatos del castaño, atraiéndolo a su pecho.


MinHo aprovecha esa posición para rodear con sus piernas la cintura de ChangMin, acercando las erecciones. Esta vez el morocho lleva una de sus manos a ellas para crear mayor fricción, sentía el clímax cerca y por la forma en la que el castaño se retorcía en sus brazos, no estaba muy lejos tampoco.


—¡Dios!…más…¡Más!


Esconde su rostro en el hombro del mayor, su cuerpo no soportaba aquellas sensaciones, tan nítidas, tan conocidas pero extremadamente diferentes. Tal es su exaltación que muerde lo más cercano a él, la piel sensible del cuello opuesto dejando una marca rojiza bastante notoria.


ChangMin se estremece, aumenta el ritmo de su mano mientras muerde el hombro del menor para acallar el grito que sale desde el fondo de su garganta. El clímax ha llegado a él, dejándolo sin aliento; sus músculos se contraen a la altura de la pelvis, haciendo gemir al menor, quien se corre poco después. El sexual olor los adormece, sus corazones palpitan tan fuertes que pueden sentirlos a flor de piel.


—Eso fue…


—Estupendo.


MinHo riega un sin número de besos en el rostro del morocho, causándole cosquillas. Acaricia sus mejillas y labios; memorizando cada detalle. Recarga su frente en la contraria, mirando fijamente los profundos ónices.


—Te quiero.


El mayor no contesta, acaricia las castañas hebras y deposita un beso en la frente de MinHo. Entrelaza sus manos, mientras se acurruca en la cama a un lado del menor, era mejor no hablar. El sentimiento se entendía, no necesitaba explicar nada.



Era más fácil decir eso que aceptar la realidad, el castaño estaba adentrándose demasiado rápido en su corazón.

1 comentarios:

  1. Hola,
    Apenas encontré esta historia, me llamó mucho la atención. Es... Maravillosa, embriagante, no sé, no puedo encontrar palabras; es bellísima, la trama es única.
    Y con este capítulo, me ha dejado con ganas de más, me encanta la actitud de MinHo y como ha logrado sacar a flote un poco los sentimientos ChangMin, ¡rayos! Ha sido fenomenal la parte final del capítulo.
    Espero pueda actualizarlo pronto. De verdad, vale la pena ésta historia, es única.
    Esperaré con ansias.
    Saludos *-*/

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